“Tu tía se ha operado tantas veces, que con lo que le ha sobrado podría hacerse una cartera”. Sabias palabras de mi madre para referirse a su prima favorita, así da gusto tener familia, que te apoye en todo momento…
Pero, a pesar de todo, le encuentro razón, creo que es un abuso al aporte de la medicina el estarse cortando la cara cual res con fines estéticos… yo me sentiría como esos dibujos de vacas de las carnicerías, ya saben, “corte del tipo V”…
Con tanta cirugía uno termina por perder las líneas de expresión… cómo olvidar mi infancia en cierta comuna capitalina a esa emblemática gobernadora prácticamente senil que iba a cortarse el pelo a la peluquería de mis abuelos. Con ella mi mejor faceta de maldad salía a la luz. Siempre decía; “con cuidado, Adrián, me acaban de operar” y, como si la hubieran mandado a llamar, llegaba esa hermosa niñita de ojos verdes y cachitos (debo admitir que de niña era bien bonita, no se que pasó en el camino) a hacerla reír…
A ver, tómense el tiempo para imaginar a una anciana con el rostro tenso, las cejas cerca de las orejas gracias a tanta operación, riéndose con las palmas de las manos en el borde de la cara, conteniéndo la risa, intentando arrugarse lo menos posible, porque o si no su millonaria inversión se le descosía.
Esta historia es la base de la siguiente afirmación: la misantropía se manifiesta de diferentes maneras, pero la más destacable, creo yo, es la propia degradación del ser, cuando se reconoce como algo que odia. Piénsenlo bien, si uno odia a los jóvenes, y luego, en cierto texto, aparece que pertenezco a tal grupo, lo más probable es que trate de envejecer lo antes posible; y como no se puede se hace extensivo en lo psicológico, es decir, intentar parecer mayor, en cuanto a actitudes se refiere.
La idea es menos ridícula de lo que parece, las personas tan operadas son el caso de que la misantropía sigue vigente en nuestros días, y que la campaña “piensa positivo” y las artes orientales llegadas a nuestro país no sirven de nada. En el fondo, el ser humano sigue siendo tan despreciable como siempre y no escatimará en gastos en negarlo en cuanto se da cuenta de ello.
Por eso esas viejas (y me disculpan la expresión) intentan ser algo que no son, llegando al nivel de deformar su cara hasta eliminar cualquier sombra de lo que fue en algún momento un rasgo humano, convirtiéndolo en una Barbie quemada en la estufa –si quieren ver de manera más real esta analogía, tomen la muñeca más cercana, (puede ser propia o de la niña más próxima a ustedes) y hagan la prueba, verán que no me equivoco-.
Lo que me llama la atención de todo esto, es que estas damas insisten en defender su postura de la mejora estética, argumentando un bienestar psicológico luego de la intervención. Sinceramente, señoras, ¿ustedes se sienten mejor cada mañana, al mirarse al espejo sin maquillaje y ver el esperpento en que se han convertido, tomando en cuenta de que lo hicieron para verse mejor?
Si es así, mis más sinceras disculpas por las palabras anteriores, y las saludo con el mayor respeto ante la valentía de sus temperamentos.
O, tal vez, me compadezco de sus pobres almas y de su muy limitada capacidad visual; ya que no encuentro otra explicación para tal nivel de auto aceptación.
Natty
(Nota: Sólo recordar la nueva canción)