Este año ha sido de locos.
Así de simple, han pasado TANTAS cosas que aún mi cerebro ultra veloz de musaraña hiperactiva intenta asimilar todo lo que ha pasado en estos siete meses.
Trabajos, proyectos, sorpresas agradables, amigos en todo Chile... ¡y miles de viajes! volví a ser la gitana que siempre fui, con un poco de tiempo libre armar mi bolso e irme... y ahora no sólo a Santiago, sino casi donde yo quiera. Y aún así debo tantos a tanta gente.
¡Escalé un volcán! ¡y con una mochila de campaña al hombro! (y eso aún no me lo creo); cumplí mi sueño y fui a Chiloé, viajé con unos amigos a Llanquihue por un concierto, además de otras cosas que no debo decir acá por seguridad personal... y eso sólo en enero.
El resto de las cosas son tantas que no logro enumerarlas, ni siquiera ordenarlas en mi cabeza. Me siento como un ser humano completamente distinto, a pesar de los percances que he tenido el ánimo no baja a largo plazo, sólo en el momento, tengo dos grandes colchones externos que me ayudan a no volver a golpearme en esas ocasiones y es lo mejor que me ha pasado en la vida, sin ninguna comparación a cualquier época pasada.
Aunque sí, ha sido estresante, y a veces quiero que termine... sobre todo en época de clases, por estar tan terriblemente cerquita del final, y a veces tampoco quiero acabe, por la incertidumbre en mi futuro... pero el gran cambio se avecina y tengo que prepararme... supongo que toda esta increíble locura ha sido para prepararme pasa el paso máximo.