Estoy estresada, una tremenda novedad en esta época del año, pero qué se le va a hacer…
El hecho de que mis vacaciones de verano se encuentren a menos de un mes de su inicio me tiene con los nervios de punta, porque no conozco un sentimiento peor de saber que algo está cerca, pero no poder hacer nada para acelerar el proceso.
A esto se le suma que en este escaso tiempo están mis exámenes, la peor parte de esta maravillosa experiencia educativa que es la universidad.
¿Por qué, de entre todas las universidades, tuve que elegir –sí, por opción- la única en la región donde sus exámenes son obligatorios?
Aún así este semestre no ha sido de los mejores, la llegada de un ramo completamente nuevo y consumidor del 95% de mis energías del día no ha sido buena, sobre todo tomando en cuenta que dando todo lo que puedo dar, y un poco más, mis notas no han salido de esa asquerosa alcantarilla en la que empezaron.
Cuento corto: según mis cálculos necesito entre un
Y para finalizar, 3 de estos exámenes son en dos días, por lo que tendré que abandonar en un momento crítico a mi compañera de grupo de uno durante 120 minutos para ir a dar el examen…
Y más encima, no puedo hacer nada de mi vida, incluyendo ver a mi esgrimista, por culpa de esto.
¿Y si cierro los ojos y despierto el 20 de diciembre? Probablemente estaría con sentimiento de culpa por el resto de mi vida por no haberme esforzado…
Odio a mi conciencia
Natty