No, en serio, es casi un problema, pero me gusta, aunque me complique, ¿no es extraño?. A veces incluso me pasa en medio de una oración, estoy en la mitad de la idea, me detengo y pregunto: "¿de qué estaba hablando?".
Ríanse si quieren, pero les digo honestamente, si en mi entorno existe el menor indicio de un factor distractor, créanme que caeré en él. Es algo así como el efecto de la luz con las polillas, hay veces que no puedo evitarlo.
¿Alguna vez han escuchado la frase "pensando en musarañas”?, creo que fue acuñada en mi honor. Porque no es que yo piense en ellas, es que yo SOY una.
Y me sorprende, la verdad, porque cuando apareció el seudónimo en cuestión yo no conocía ese dicho. Es más, con suerte tenía claro que había un animal con ese nombre (ya hemos establecido que fue un nombramiento por generación espontánea).
Creo que de alguna manera me he distraído tanto en la vida que me terminé convirtiendo en una versión menos asquerosa de Gregorio Samsa. Porque claro, fui engatusada por el entorno, pero me ahorré la parte del bicho.
Sólo me convertí en un topito de los bosques. Porque, ¿sabían que las musarañas no son roedores?, en realidad son (somos) pertenecientes a la familia de los soricomorfos, es decir, son primos hermanos de los topos.
¿Ven? ya me distraje y cambié de tema.
Aun así, me gusta. Aunque la mayor parte del tiempo tenga que luchar por tener los pies en la tierra, es fantástico poder saber que puedo escaparme tan fácilmente cuando lo necesito.
Musaraña.
Musaraña.
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