Hay varias de formas de tener insomnio, pero yo creo que la peor es la inducida. Ésa que uno no anda buscando, pero por andar pensando en estupideces se termina levantando antes de que haya señales de vida en la casa.
Otra forma de insomnio es la que yo sufro, es la de nervios o de miedo; la que da por haberse tomado muy en serio la película de estreno del HBO el domingo por la noche, el libro que me dieron para leer en la universidad, o el ataque que me viene antes del examen de expresión escrita de las 8 de la mañana.
Esto último es verdad… el año pasado estuve todo el día practicando para ese ramo, del cual sólo recordaba frases breves e intermitentes, y el resto eran sonidos como los de la profesora de Charlie Brown.
Después de haber estado leyendo mis apuntes y realizando unos ejercicios de verbos de los cuales me convencía cada vez más de que no tenía ningún sentido su clasificación; decidí estudiar hasta tarde… bien mala mi idea, porque no repasé absolutamente nada.
Estuve toda la noche ocupada en diferentes tareas para alejar de mi mente el hecho de que si reprobaba, no podría tomar dos ramos el próximo año; de que si me dormía iba a llegar tarde y que la profesora no dejaba entrar después de la hora, con lo que podría reprobar, y peor aún, la razón de mi insomnio; me da terror mi casa de noche.
No es que sea tétrica ni nada por el estilo, pero vivo en un departamento, y se escuchan sonido desde las paredes. Sobre todo de mi pieza, que da dirección al dormitorio matrimonial del departamento izquierdo (debo decir que más de alguna vez he imaginado que se va a repetir la anécdota de una amiga, que en plena sesión de un solitario estudio nocturno, escuchó desde el living de su casa sonidos un tanto libidinosos, y ni siquiera pudo prender la radio).
Los únicos libros que hay en mi pieza son los de la serie de Harry Potter (y no me da ninguna vergüenza admitirlo, me encantan) así que estuve toda la velada leyendo uno mientras tenia el televisor prendido en el MTV. Cada cierto tiempo me entraba una duda de la materia, así que tomaba mis apuntes de vez en cuando para aclararlas.
A la tarde del otro día nadie aguantaba mi genio, creo que le grité hasta al portero, a mi hermana la dejé estampada en el techo para que no hiciera ruido y me dejara dormir y el pololo de mi mamá casi se quedó haciendo guardia para que no despertara.
Lo bueno de esta bella experiencia con el estudio nocturno (que juro no volveré a repetir) es que en la mañana no sonó ningún despertador y yo tuve que levantar a los demás, así que nadie llego tarde adonde debía ir; me saqué una nota muy por encima de la que necesitaba, así que aprobé, y me quedé dormida en la tarde y no desperté hasta el otro día.
Dos lecciones después de esto: nunca más estudiar hasta tarde; y, bajo ninguna circunstancia, poner mi cama al lado de la pared.
Natty
Práctico Redacción Creativa, 1° Semestre 2005
(P.S.: dos años después: volví a hacer la gracia de no dormir al año siguiente, pero con mejores resultados anímicos... y mi cama sigue cerca de una pared, pero al lado de la ventana... es un avance)